23 de mayo de 2013

cuento de mayo


UN RENCOR ANTIGUO

de Carles Cano
 



Los estudios de farmacia le habían enseñado el poder del acónito, de la belladona y del arsénico. En el pueblo, una aldea de mala muerte, nadie llegó a sospechar de ella, tan mona, tan educada y modosita, ¡y con carrera!

Primero envenenó a Sócrates, el gato. Después, al pastor alemán de los vecinos y, con la dosis justa en el depósito del agua, se cepilló a los cincuenta habitantes de la aldea. Pensó en emigrar, en huir lejos, pero se le había acabado el odio, y estaba segura de que en el infierno, donde se encontraría con toda aquella gentuza a la que había despachado, podría seguir con sus mixturas y preparados.

Desde la terraza la puesta de sol era espléndida, encendió un cigarrillo y se tomó su tacita de café con cicuta mientras oía llegar las sirenas de la policía.

 

 

 

CARLES CANO. Nos dice de sí mismo:

Me encantan las Caperucitas (ya voy por la séptima) y las morcillas (estas no las cuento). Quizá por sintonía cromática me deberían gustar los chorizos, pero no, lo mío son esas negras delicias de cebolla y piñones. También me gusta escribir, claro, y contar, y buscar “rovellons”, y los retablos góticos, y los gatos okupas, y, y, y...se me acaban los renglones.

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